El departamento de historia organizó una visita con los alumnos de 2º de Bachillerato a algunos de los restos que quedan en nuestra provincia de de la batalla de Teruel. En esta ocasión contamos con la inestimable colaboración del experto Alfonso Casas, que desplegó sus abundantes conocimientos para que nuestro alumnado tuviera una visión precisa y detallada de dicho acontecimiento.
La excursión tenía el doble objetivo de fomentar entre el alumnado el interés por conocer su historia y de poner en valor un recurso que hasta ahora está muy desaprovechado.
La mañana comenzó con una visita a los pozos de Caudé, lugar en el que estuvo emplazada una antigua venta, hoy desaparecida, donde, desde los primeros días de agosto de 1936 hasta diciembre de 1937, fueron ejecutados de forma sistemática por los militares sublevados y sus seguidores numerosos habitantes de las cercanas localidades de Cella, Caudé o Celadas, para posteriormente arrojar sus cadáveres a una fosa común hoy en día protegida mediante un cristal.
La ruta continuó hacia las trincheras y búnkeres de la guerra que quedan en la localidad de Rubielos de la Cérida, destino prioritario del viaje. Al llegar a dichos restos los alumnos pudieron hacerse una idea, siquiera aproximada, de las condiciones en las que tuvieron que combatir los soldados.
Los alumnos pudieron disfrutar de un recorrido por unas trincheras perfectamente conservadas y sentir el claustrofóbico ambiente que debieron padecer los soldados, encerrados en el reducido corredor que queda entre un muro de piedras y argamasa y un talud de tierra, con apenas espacio para una persona. El ambiente debía ser especialmente opresivo en unos búnkeres donde a duras penas cabía un soldado sentado para pasar sus duras y largas jornadas de guardia o en el estrecho pasadizo habilitado como cocina que resultó ser uno de los lugares que más atrajeron la atención del alumnado.
El recorrido concluyó en una segunda línea de trincheras ubicada en un altozano arcilloso que domina el valle del Jiloca. Está se encuentra sin restaurar y presenta un par de búnkeres semiderruidos y de difícil acceso, pero sirvió de colofón a la excursión al transmitir a nuestro alumnado una visión menos deprimente de las trincheras que ayudó a relajar el ambiente y a que los alumnos disfrutaran alegremente del buen ambiente reinante juagando con unas alpacas de paja, como por desgracia no pudieron hacer los soldados que las construyeron.